Los polacos están locos. Yo no sé si es la familia que me ha tocado o en general. Creo que más bien en general. Ya me pareció que se pasaban tres pueblos con la comida de Nochebuena, pero se vuelven igual de locos con la nieve y con el frío. Recuerdo que hace dos años, en mi Erasmus, llegué a ver -10 grados y me quería morir. Es verdad que fue bastante gradual y que, ahora que he vivido algo más duro, me parece que no fue para tanto. Hacía frío, claro, pero creo recordar que era soportable.
He seguido casi en directo las creaciones de Filomena en Madrid, mientras aquí hacía frío pero no nevaba. Hasta que nos llegó la ola de frío de verdad. Llevamos una semana más o menos que no para de nevar, a veces más fuerte y a veces más flojo, hace mucho frío, temperaturas bajo cero, y yo me canso de tener frío todo el rato. Sí, en casa todo bien, pero para salir a la calle te tienes que vestir como si fueras a la guerra. No sé por qué lo he comparado con la guerra. Pero que tienes que ponerte varias capas si no quieres congelarte de casa a transporte público y viceversa. Hasta ahora lo he ido aguantando mejor. Sobre todo porque cada día la luz dura un minuto más y eso se agradece.
Digo que los polacos están locos porque un sábado a las 11 de la noche, a -10 grados, decidieron que era una buena idea salir a la calle, al parque de al lado, a tirarse con el trineo. A mí me parecía todo surrealista. Primero, que íbamos a salir a la calle a las 11 de la noche con tol frío. Segundo, a la nieve a tirarse por las montañitas con el trineo. Ah, que para los que somos del sur, aquí todo el mundo tiene un trineo, como el que tiene una sombrilla en su casa pa ir a la playa. No sé, a mí me parecía que nada tenía sentido, pero para ellos parecía que sí. Yo pensaba que íbamos a ser los únicos locos que habían tenido tal idea. Pero JÁ. Para mi sorpresa, cuando llegamos, estaba LLENO de gente. De polacos haciendo locuras con los trineos, hasta con esquís y snowboards. A mí me parecía todo surrealista. ¿Lo he dicho ya? Y de repente empecé a pensar cómo sería haber crecido así, en un país frío, de esta manera, con nieve, fritos por una gran nevada para poder salir a la calle con algún motivo. Me parece una forma totalmente diferente de crecer a la que yo tuve, que de diez grados raramente bajamos. Esto me recuerda a que les enseñé a Marta y a Jonny los 17 grados que hacía en ese momento en Torre del Mar, y los dos se miraron asombrados y dijeron: no tiene sentido. Puede ser que después de chorrarnos por la nieve en mitad de enero, para ellos no tuviera sentido, creo que incluso lo puedo llegar a comprender, y que es divertido jugar con la nieve en realidad. Aunque sigo prefiriendo esos 17 grados en enero.
Todo esto iba relativamente bien y soportable hasta que ayer lunes bajaron aún más las temperaturas. Lo máximo que había visto yo en mi Erasmus fueron -10. Pues bien, ayer lunes, a las 9 de la mañana, salí a la calle a -20 para empezar mis nuevas clases de polaco A1. MENOS VEINTE. ¿Sabéis lo que es eso? ¿Sois conscientes del frío que puede llegar a hacer? Normalmente voy bien con una camiseta, una sudadera o jersey, leotardos, vaqueros, chaquetón, gorro y bufanda. Suelo ir bien y al entrar a los edificios no paso calor. Ayer cambié la camiseta normal por una térmica y los vaqueros por unos pantalones más gorditos que tenía. Y además me puse otros calcetines encima y cogí los guantes. Y adivinad qué. No fue suficiente. No. Fue. Suficiente. Tengo unos leotardos térmicos que decidí no usar para no morirme de calor en clase. Pero adivinad qué. Los eché de menos. Los guantes no me sirvieron para nada. Los calcetines encima de los leotardos tampoco. Creo que tendría que haberme puesto doble camiseta térmica. Yo qué sé. Me sobrepasaba la situación. Aunque en realidad fue gracioso cuando salí a la calle y pensé "ah, no hace tanto frío", hasta que di cinco pasos más y entonces empecé a notarlo. Afortunadamente el ambiente estaba seco, pero qué frío, joder. Con la mascarilla y tanto frío las gafas se empañan muy rápido. Adivinad qué. Se me congelaron. Yo estaba flipando. Me puse las gafas por fuera de la mascarilla, que normalmente me funciona y se desempañan. Adivinad qué. No se desempañaron. Me las quité e intenté limpiarlas con un pañuelo. Y no pasó nada. Hasta que me fijé en que se veía un poquito de hielo en una esquinita. Surrealista. Todo esto pasaba mientras yo esperaba el tranvía muerta de frío, y cuando entré, sufría cada vez que se abrían las puertas en cada parada.
Y entonces llegué a mi clase de A1 de polaco (lo que había hecho hasta ahora era el A0, mecagoentodo quédifícilelpolaco), que todos venimos de países bañados por el Mediterráneo, y estábamos congelados. Los polacos dicen que ellos no están acostumbrados a tanto frío, pero yo creo que sí. Están preparados para estas temperaturas y, aunque no les gusten, saben vivir así. Creo yo. Yo no sé vivir así. Ni quiero, la verdad. Siempre positivos, nunca negativos (menos en covid).
Hoy han subido las temperaturas. Hoy estamos a -7 grados. Que parece primavera después de lo de ayer. Bueno, no, sin pasarnos. Lo bueno de esto es que he tocado fondo y ya no podemos ir a peor (espero). Pero vale ya con temperaturas tan gélidas y tanta nieve, no? Ya ha dejado de ser divertido.
Todo esto en cuanto al frío. También la semana pasada, VINIERON LOS REYES ESPAÑOLES A MI CASA. Que yo ya lo sabía, pero me hizo mucha ilusión recibir tantas cosas ricas. Que, por cierto, estaba todo muy frío y las dos botellas de aceite vinieron congeladas. Se me había olvidado ya lo buenos que estaban los boquerones en vinagre, el jamón y las tortas de aceite Lupiáñez, entre otras muchas cosas. Comida de dioses. De repente estaba en España otra vez. Es increíble cómo la comida y los olores te pueden transportar de tal manera. Fui consciente por un momento de que echaba de menos España más de lo que pensaba. También tengo muchos mantecaos y tipos de turrones que todavía no he abierto y que me van a durar por lo menos hasta marzo. También venían otros regalitos con el jamón, como libretas guays (en realidad no sabían qué regalarme), una bolsa de tela de RADIO PATIO 24h (es genial) y un gorrito del andén 9 y 3/4, bastante útil visto lo visto.
No sé muy bien qué me espera a partir de ahora. Creo que lo mismo que hasta ahora, sólo que con más luz y mejor clima muy poooooco a pooooooco. Mientras, seguiré tocando la flauta, estudiando polaco (algún día podré hablarlo, aunque ya entiendo bastante) y leyendo mucho con mi nuevo ebook que me he autoregalado.